jueves, 30 de julio de 2020

LA CUASI MONEDA ARGENTINA


Algo que nunca debemos descartar los coleccionistas de curiosidades de la numismática (o la notafilia, como es el caso de hoy) es a permanecer atentos a cualquier ocasión que se nos  presente de encontrar algo interesante. Cuando vamos a un establecimiento en busca de un artículo concreto, o simplemente para matar el tiempo echando un vistazo, tendemos (al menos en mi caso) a desdeñar los cajones de artículos variados sin clasificar, ya que damos por hecho que no vamos a dar con nada que no tengamos ya. Desde monedas europeas previas al euro a  billetes desgastados de poco valor de países sudamericanos o del Magreb, suele tratarse de artículos de poco valor con los que ya contamos, normalmente procedentes de viajes lejanos en el tiempo, que aguardan en una caja su momento para ser debidamente catalogados, si el tiempo y las obligaciones nos lo permiten.



Aún así de vez en cuando te llevas sorpresas. Hace poco, comprobando el contenido de una de estos cajones en una numismática de Valencia, encontré el bono argentino que podéis ver en las imágenes, y pensé que guardaría una historia interesante que compartir. Afortunadamente no me equivoqué. Investigando un poco en la web, vi que este bono se enmarcaría en el complejo mundo de las cuasi monedas, una variedad de dinero local adaptada al caso de las crisis económicas argentinas.

Algo que la mayoría de los gobiernos de Latinoamérica han asumido desde la década de 1980 ha sido la importancia de la lucha contra la hiperinflación, fenómeno en el que la mayor parte de sus economías se han adentrado más de una vez.  La hiperinflación se produce en el momento en que las autoridades de una país aumentan el suministro de dinero sin control de tal forma que éste pierde valor y los precios aumentan de forma desproporcionada. Existen pocas dudas de que este fenómeno, además de no favorecer para nada la marcha de la economía nacional, ataca directamente el poder adquisitivo de la población, que ve cómo sus ganancias y ahorros literalmente desaparecen en poco tiempo. En este sentido, las recetas del FMI y otros organismos multilaterales ha incluido políticas de contención absoluta de la inflación con el fin de mantenerla siempre por debajo de los dos dígitos.

La economía argentina de finales del siglo XX estuvo altamente condicionada por la Ley de Convertibilidad de 1991 que establecía la paridad peso-dólar y requería la existencia de reservas para la emisión de circulante como forma de garantizar la disciplina monetaria. De esta forma, ante la falta puntual de liquidez las autoridades nacionales y provinciales se vieron obligadas a recurrir a la emisión de bonos al portador que podían contemplar el pago de intereses. Estos bonos de emergencia, apodados posteriormente como cuasi monedas, tenían las mismas características físicas que el peso, junto al que podían circular. De esta forma, por un lado, las distintas administraciones conseguían financiación con la cual podía hacer frente a sus obligaciones inmediatas (como el pago de salarios públicos)  y por otro garantizaban el circulante sin aumentarlo, lo cual servía para sostener el consumo.


Las cuasi monedas proliferaron en Agentina sobre todo durante el cambio de siglo en el marco de una crisis económica que amenazó seriamente su estabilidad política y social. Hubo tantas que fueron apodadas de distintas formas dependiendo de su procedencia. Los bonos emitidos por el Gobierno Federal recibían el nombre de lecop, acrónimo de Letras de Cancelación de Obligaciones Provinciales, mientras que los más populares entre los provinciales fueron el patacón de Buenos Aires, el lecor de Córdoba, el federalde Entre Ríos o el bocade de Tucumán. La que tengo hoy el placer de compartir es un ejemplo anterior a esta crisis, ya que se trata de un bono de Tucumán expresado en australes (enlace), moneda que dejó de circular en 1992. 

A partir de 2003,a medida que la economía se recuperaba, las cuasi monedas dejaron de ser necesarias, pasando a ser absorbidas por el  Gobierno Federal. A la hora de sacar conclusiones sobre esta experiencia, puede decirse que existe división de opiniones. Sus partidarios sostienen que las cuasi monedas garantizan la liquidez y promueven el consumo sin afectar en lo sustancial a la economía, e incluso se atreven a proponer su exportación a otras economías como forma de hacer frente a crisis financieras relevantes, como la griega de 2015. No obstante, las cuasi monedas han recibido también numerosas críticas, al considerar que inciden negativamente sobre las expectativas económicas (una economía en la que se emite dinero de emergencia, se llame como se llame, no da una buena imagen), tienen una clara limitación geográfica y están siempre bajo el peligro del exceso de emisión por parte de las autoridades. 




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